La ciencia del desarrollo infantil temprano constituye un campo transdisciplinario que integra hallazgos de la neurociencia, la epigenética, la psicología del desarrollo, la salud mental y la educación. Su objetivo es comprender cómo las experiencias durante los primeros años de vida —desde la gestación hasta aproximadamente los seis años— configuran las bases estructurales, cognitivas, emocionales y sociales del ser humano, afectando de manera significativa su salud, aprendizaje y comportamiento a lo largo del ciclo vital.
Los avances científicos de las últimas décadas han demostrado que el cerebro humano es altamente plástico en los primeros años, y que la interacción entre factores genéticos y ambientales (epigenética) influye directamente en la organización del sistema nervioso central. Factores como la calidad del vínculo afectivo, la estimulación temprana, el entorno físico, el lenguaje, la nutrición y las condiciones socioeconómicas impactan en la formación y consolidación de circuitos neuronales fundamentales para el desarrollo de funciones ejecutivas, autorregulación, lenguaje, empatía, conciencia corporal y construcción de la identidad.
La evidencia acumulada indica que existen períodos sensibles y críticos durante los cuales ciertas áreas del cerebro presentan una mayor receptividad a los estímulos ambientales. Las experiencias vividas en estos períodos pueden consolidar trayectorias positivas de desarrollo o, por el contrario, generar alteraciones estructurales y funcionales difíciles de revertir posteriormente. Por ello, las intervenciones tempranas —basadas en evidencia científica— son consideradas uno de los enfoques más efectivos para la promoción del bienestar individual y colectivo.
Este campo de estudio ha generado una transformación profunda en las políticas públicas, los programas de atención a la primera infancia y la formación de profesionales del área educativa y de la salud. En América Latina, Anna Lucía Campos ha sido una de las pioneras en la integración y difusión de la ciencia del desarrollo infantil temprano en contextos educativos, institucionales y comunitarios. Su trabajo ha contribuido a acercar el conocimiento científico a educadores, cuidadores y tomadores de decisión, promoviendo una comprensión más integral del niño como sujeto de derechos, necesidades y potencialidades desde los primeros días de vida.
Desde este enfoque, se sostiene que toda propuesta educativa, de salud o de protección dirigida a la infancia debe partir de un conocimiento sólido sobre cómo se desarrolla el ser humano en sus primeros años. La ciencia del desarrollo infantil temprano no solo proporciona este conocimiento, sino que invita a repensar la práctica profesional desde una mirada preventiva, ética, afectiva y basada en la evidencia.
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